septiembre 11, 2010

Patchwork paranormal

Recorriendo hace unos días los estantes de la Casa del Libro me encontré con un excelente volumen de Anne Rae Jonas, del Museo de la Ciencia de Boston, con el título de Las respuestas y preguntas de la ciencia que además de ser una bien realizada obra de divulgación tiene la ventaja de costar sólo seis euros. Recomendable.

Pero también vi a una chica en edad universitaria que primero recorría los libros del estante "Universitario" de la librería, pero que acabó derivando hacia la mesuca de "Esoterismo" y llevándose un tarot chino zen.

Lo del tarot chino zen me llamó la atención, porque mis devaneos con el zen no incluían memorias sobre ningún tarot, (aunque, como ya hemos relatado, las cartas de juego o naipes se originaron en China), y me acerqué a la mesa en cuestión, donde brillan intelectos como el de César Vidal, con lo cual ya está todo dicho y disculpe usted la grosería. Y allí vi otro volumen alucinante sobre "el yoga de Jesucristo". Hice memoria del Nuevo Testamento, con atención especial a los cuatro evangelios canónicos y a algunos "apócrifos" que he conocido, y en ninguno se dice que Jesucristo ocupara parte de su tiempo en actividades de yoga, que puede ser muy sano si se hace bien pero que no es más espiritual que el aerobic, el stepping o la escalada de roca.

Se perfecciona así un camino de relativamente nuevas avenidas para la charlatanería, la soplapitería y el engatuse de congéneres, porque el astuto negociante no tiene que poner en peligro su estabilidad emocional tratando de desarrollar una idea original lo bastante idiota como para competir con la oferta del ocultismo actual, que va desde la acupuntura hasta el reiki, del agua mágica del "doctor" Emoto al agua mágica homeopática, y de la psicomagia de Jodorowsky hasta la ufología de Jaime Maussán, entre tantas otras insensateces que pueblan el mundo de la empresa antipensamiento, todas ellas cabalgadas por numerosos vivos que de ellas sacan los diarios alimentos (y no crea que están mal alimentados, éstos).

Así, uno simplemente toma dos chifladuras ya existentes y las pega, y se proclama "el máximo experto mundial en..." su pequeño monstruo de Frankenstein de la boludez.

Uno puede ser el primero en explicar "El I-Ching de los Masones", sin limitarse por el leve detalle de que los masones no tuvieron ningún I-Ching y que ciertamente tal sistema de adivinación con dos mil años de no dar una no fue nunca parte del repertorio de la masonería.

Usted diga que sí. Que los críticos se ocupen de demostrar que usted miente. Y si se le acercan mucho, ya sabe, hágase la víctima, diga que a Galileo también lo persiguieron y utilice alguno de los argumentos de siempre del ocultismo con etiqueta de precio.

"El naturismo crudivegano de María Magdalena" lo puede hacer rico a velocidades de Ferrari. "Los ovnis según los chamanes iniciáticos hopi" o "Localización de bases de naves extraterrestres por medio del reiki" son posibilidades emocionantes que sin duda encandilarán a más de un ingenuo. No se preocupe mucho de cuán ceporro pueda sonar el amasijo que haga, el tiempo lo hará creíble (coño, si lo hizo con la Ouija®)... "Los fantasmas de las hadas y las hadas de los fantasmas", "iridología celta", "los templarios y el yeti", "tratamiento del mal de ojo con acupuntura", "las abducciones extraterrestres entre los lamas tibetanos", "fotografía kirlian de psicofonías"... ¿se da cuenta? El horizonte de la guajería y la estulticia se vuelve inabarcable, luminoso y altamente redituable.

Si esto le parece un tanto audaz, siempre están las viejas formas de sincretismo de la idiocia a las que puede acudir. Busque dónde aún no han hablado de ovnis y encuéntrelos (o invénteselos, como hace el jefe Von Däniken): "los ovnis entre los inuit de Alaska", "abducciones durante la segunda guerra púnica", "fantasmas en la fábrica de pantallas planas".

Ahora, si encuentra algún lugar de la geografía del planeta sobre el que nadie haya escrito un libro diciendo que allí estuvo la Atlántida, ¡apresúrese, hombre, o le ganan la silla! ¿Que no ve que ya escasean los lugares donde "estuvo la Atlántida"? Intente ubicarla en el barrio de Chueca, en Madrid, o en una granja de ñandúes en la pampa argentina, pero no se demore o le pisan el cuento.

Y, por supuesto, no olvide usted que a este blog y a su esforzado autor corresponde el 50% de los inevitables beneficios económicos que obtenga usted con algún despropósito como la "ovnimancia o adivinación según las oleadas ovni", "el feng shui en la regresión hipnótica", "bulimia homeopática: la gente que engorda por beber una gota de agua de una piscina en la que se disolvió un microgramo de pastel de chocolate", "secretos iniciáticos del bigfoot", "los círculos de las cosechas de algas en el misterioso triángulo de las Bermudas" o, ¿por qué no? "los manuscritos perdidos de los mayas templarios y la energía de punto cero como disparadores de la conspiración del 11-S desarrollada por los extraterrestres de Alfa Eridani y Schwarzenegger".

De nada y a cobrar.