enero 07, 2009

Droga, dinero y vivos

Una amiga de este blog, María María, nominadora de pro para los premios MOPA, nos había hablado de las andanzas de Alberto Varela, pseudoterapeuta que afirma haber acabado con las terapias tradicionales gracias a su gran invento (ponerse con drogas viendo porno... tonto no era para hacer negocios). El 4 de diciembre, para ser precisos, nos contó que el tío en cuestión (que es lo que en Argentina, su país de origen, se llama "un chanta") le daba mucho miedo: "ahora trabaja en un chalet en una de las zonas más ricas de Madrid. Donde hacen talleres de fin de semana, incluidas tomas de ayahuasca..." nos contaba.

De hecho, María María le escribió al chanta preguntándole sobre su "noterapia" (noseaspayaso, dirían en mi barrio) y éste le explicaba el 5 de diciembre: "desestabilizo la identidad para que la persona se desidentifique y conecte con su ser", o sea, una bobada que no significa nada pero que suena "profundo" a los oídos de una clase media agobiada. Lo más mono es que el chanta terminaba su carta a nuestra corresponsal invitándola (no podía ser de otro modo) a que comprara su DVD.

Me propuse entrar en el tema del chanta en cuanto terminara el meneo decembrino, que en mi caso se vio coronado por un gripazo que se declaró formalmente inaugurado el 23 de diciembre en presencia de las autoridades regionales y con intervención de la banda municipal y sus guapas flautistas, y que no tiene para cuándo darse por finalizada. Entretanto, la policía española, mucho más espabilada y menos agripada, le echaba el guante a Alberto Varela, el chanta, le cerraba su negocio de noterapia y venta y administración de ayahuasca y le daba una sacudida, mínima pero de agradecerse, a la estupidez new age que todo lo domina y contamina.

Cuando digo "todo", es todo.

Hoy me voy de espaldas cuando veo que en el informativo de La Sexta (lo que más se deja ver del patético panorama informativo-propagandístico de la televisión española) se habla algo de la ayahuasca y se presenta como "experto en chamanismo" ¡a un brujo con línea 806 y toda la cara del caso!

Sí, un payaso que se hace llamar "Vargas, El Brujo" como alias aunque en realidad se llama Fidel López Jiménez, mamarracho de a €1,15 el minuto en la línea 806 (puede llamar a su número 902 y él le da una consulta a 25 euros pagada con tarjeta VISA, hágame el favor). Una cosa como la Bruja Lola, pero con barba, una cosa como los lumpen que se ponen en el Parque de El Retiro pero presumiendo de licenciaturas, un embustero de I Ching, interpretación de los sueños, versos perversos y ripiosos, y diversos tipos de brujería más falsa que un euro con la cara de Aznar... ¡se presenta como experto en chamanismo en una televisora que NO es Cuatro!

Esto sería gravísimo de por sí, pero más lo es cuando España cuenta con numerosos sociólogos, antropólogos e historiadores que NO tienen consulta de número 806, pero que sí saben lo que es el "chamanismo" indoamericano, que se han especializado en las culturas indígenas andinas y que además pueden explicar muy bien los daños y peligros de la ayahuasca (mucho mejor que un tipo que dice que hay "una forma correcta" de ponerse hasta las cejas y que lo único "malo" del chanta Varela es que lo hacía "de forma incorrecta", barbaridad que roza la promoción del consumo de drogas).

Dicho lo cual, este humilde bloguero SIN línea 806 ha enviado a los informativos de La Sexta la siguiente cartita, (no tienen dirección de email, pero puede usted ir a su página de contacto si quiere hacerse eco, mandar su propia carta o intervenir en el asunto):

Estimados señores,

He visto con genuina preocupación que en su cobertura sobre las andanzas del brujo Alberto Varela y su promoción de la ayahuasca han presentado como "experto" en chamanismo a un personaje llamado "Vargas El Brujo", un adivino de tres al cuarto con línea 806, seudoesotérico y tan embustero y peligroso como el propio Alberto Varela.

Así lo he denunciado en mi blog sobre temas de charlatanería y engaño esotérico:

Creo que en España hay grandes expertos en culturas andinas sudamericanas, antropólogos, historiadores y sociólogos a los que se puede acudir antes de promover los negocios dudosos de un adivino de a un euro quince el minuto. Su credibilidad, esta vez, ha quedado por los suelos, lo cual es lamentable por el buen nivel que suelen tener sus informaciones, generalmente alejadas de brujerías, paranormalidades y pseudociencia.

Mauricio-José Schwarz